El cuento es interpretado magistralmente por Jeremy Irons en un corto estremecedor de múltiples sugestiones.
https://www.youtube.com/watch?v=ebkqTihXObs
La misma historia se plasma en un corto de animación simbólica de Alexander Petrov que también será ilustrativo.
https://www.youtube.com/watch?v=k8eimDwXAik
Este caballero con una experiencia fatídica y su sentido vital torturado acaba quebrándose por el grito convocado por una niña desvalida que le pide ayuda junto al cadaver de su madre.
Ello le tocará el corazón de tal manera que perturbará sus planes de suicidio, y en su debate interior convocará el sueño que le llevará a un derrotero de catarsis de sentido moral.
sollozando y ahogándose,
continuó corriendo a mi lado sin
apartarse de mí.
Fue entonces cuando di
una patada en el suelo
y lancé un grito.
La niña sólo exclamó:
“¡Señor, señor…!”;
pero de repente me dejó
Así dice el relato original de Dostoievski, pero la huella no cesará cuando...
¿acaso la conciencia de que
dejaría totalmente de existir, y de
que, por consiguiente, tampoco
nada existiría,
no influiría mínimamente en el
sentimiento de compasión
hacia aquella niña,
ni en el de la vergüenza tras haber
cometido aquel acto vil?
Porque si le lancé aquel salvaje grito
a esa infeliz criatura
dando una patada al suelo,
fue porque pensé que
no sólo no sentía lástima por ella,
sino que si cometía
aquella inhumana bajeza
era porque podía hacerlo en aquel
momento, ya que pasadas
dos horas todo se acabaría
Y he aquí que en aquel momento
me quedé dormido, cosa que
jamás me había ocurrido antes,
sentado y en el sillón.
Me dormí sin haberme dado
cuenta. Los sueños,
como es bien sabido,
son algo extraordinariamente extraño:
algunas cosas se te presentan
con una claridad pasmosa,
con unos detalles minúsculos,
similares a la orfebrería,
y otras transcurren como si estuvieras
sobrevolando el tiempo y el espacio,
sin darte cuenta en absoluto.
Parece que los sueños
no los dirige la razón,
sino el deseo; que no es la cabeza,
sino el corazón...
Tras verse incordiado en su mismo ataúd, soñando haberse suicidado, un ser le revela un mundo diferente, que sería la alegoría del paraíso, donde la armonía reina con naturalidad y cuya quiebra se produce con su presencia y su pretensión humana:
¡Sí, sí, la cosa terminó con que
yo los pervertí a todos!
Ignoro cómo pudo haber
sucedido aquello, no lo sé,
no lo recuerdo con claridad.
El sueño sobrevoló milenios,
dejando en mí únicamente
la sensación de totalidad.
Sólo sé que la causa del pecado
fui yo... yo contagié aquella Tierra,
feliz y sin pecado antes de mi llegada.
Aprendieron a mentir y les gustó,
hasta ver belleza en
ello. ¡Oh! Eso puede que ocurriera
de un modo inocente, como una broma, una
coquetería, o un juego amoroso,
de veras, puede que se iniciara
como un átomo,
pero ese átomo de la mentira
penetró en sus corazones y les gustó.
A continuación
nació rápidamente la lujuria,
ésta engendró los celos, y los celos la crueldad…
Comenzó la lucha
por la separación, el aislamiento,
la individualidad, y la propiedad privada.
Empezaron a hablar diferentes lenguas.
Conocieron el dolor y lo amaron, ansiaron
el sufrimiento. Fue entonces
cuando surgió entre ellos la ciencia.
Cuando se hicieron malvados,
empezaron a hablar de la hermandad
y la humanidad, y comprendieron esas ideas.
Cuando se hicieron criminales,
inventaron la justicia,
prescribiéndose a sí mismos
códigos enteros para custodiarla;
y con el fin de salvaguardar su vigencia,
impusieron la guillotina
Es de admirar cómo se voltean las convenciones y del propio ser de persona (máscara) se desencadena el desastre, en la doblez, en el conflicto, que sería lo que, a su vez, desencadenaría la creación de las ideas e instituciones de civilización.
La persona insiste en confesar su culpa y hasta se ofrece a purgarla con el más alto simbolismo cristiano.
La persona insiste en confesar su culpa y hasta se ofrece a purgarla con el más alto simbolismo cristiano.
Les tendí las manos
desesperado, culpándome,
maldiciéndome y despreciándome
a mí mismo. Les decía que todo aquello
lo había hecho yo, y sólo yo,
que yo les había llevado la
perversión, el contagio y la mentira.
Les rogué que me crucificaran,
les enseñé cómo se hacía la cruz.
No podía ni tenía fuerzas
para quitarme la vida yo mismo,
pero deseaba cargar con sus penas,
ansiaba las penas,
ansiaba que sobre esas penas
se derramara hasta la última
gota de mi sangre.
Pero ellos se limitaban a burlarse
de mí y a tomarme por un chiflado.
...
Entonces el dolor penetró
con tanta fuerza en mi alma
que mi corazón se estremeció
y me sentí morir;
en ese instante…
bueno en ese instante,
me desperté
La duda irrumpe al despetar.
“¡Fue un sueño, un delirio, una alucinación!”.
¡Oh! ¿Acaso eso es de sabios?
¡Y están tan orgullosos!
¿El sueño? ¿Qué es el sueño?
¿Acaso nuestra vida no es un sueño?
Diré algo más:
¡que sea cierto que nunca se cumpla
y que no exista nuestro
paraíso (eso ya lo entendí yo),
pero, a pesar de todo, predicaré!
No obstante, sería tan sencillo:
en un día, en tan sólo una hora,
todo podría hacerse realidad.
Lo más importante
es que ames a tus semejantes como a ti mismo,
y eso es lo fundamental;
creo que no se necesita nada más:
al instante encontrarías
cómo ordenar tu existencia.
El dilema acaba siendo más que religioso, resulta existencial, poético, fascinador...
Porque “la conciencia de la vida
está por encima de la vida misma,
el conocimiento de las leyes de la felicidad
excede a la propia felicidad”.
¡Contra eso es contra
lo que hay que luchar!
Y yo lo haré. Si todos lo desearan,
las cosas cambiarían al instante.
Por fin encontré aquella pequeña…
¡Y seguiré adelante, seguiré!
Así termina el cuento de Dostoievski y comienza una nueva oportunidad para la vida.
¿Dónde está la conexión con la "genealogía" y con el "sentido"? Pues más que en las propias palabras e ideas, en las reuniones que coincidieron en el tiempo con el relato.
Aquí el brillante ponente se atrevió con tan peligroso texto de Nietzsche para procurar lo que al final defendió:
la tarea del pensamiento,
después de Nietzsche,
sólo parece predisponerse
a la inversión de la tendencia
de la filosofía. En lugar de responder
a la pregunta, nuestra tarea,
en primer lugar, sólo puede ser
genealógica porque debe buscar
las raíces que motivan
esa forma determinada de preguntar,
sabiendo que en el origen
no puede haber nada originario,
tan sólo un momento para desasirse
de nuestra viejas creencias
y poder acuñar otras nuevas,
porque nada nuevo puede crearse
si sobre nuestras espaldas
siguen las viejas tablas de valores.
La genealogía libera para algo otro,
predispone hacia la diferencia
y con ello hacia la emancipación
del eterno querer ser una copia,
en el mejor de los casos, o una nada.
En este sentido, desentrañó los orígenes de los palabras bueno y malo, conforme a dicha obra, y a groso modo se hizo patente que en esos comienzos, según la etimología rastreada por Nietzsche, no podía ser de otro manera que su adscripcióin respectiva a los que guerrean y mandan (vir-tud: fuerza) y a los que obedecen (malos: sometidos, resentidos).
Una forma estamental que, sin propugnar un eterno retorno, sí reivindica facultades de vigor perdidas o volteadas a lo largo de la historia.
No se ha logrado mejor ejercicio
conceptual para fortificar
la antítesis porque, mediante
la figura de Jesús crucificado
por su amor a los hombres,
la propensión a la culpa y al odio,
frente a los otros y a uno mismo,
inocula la debilidad como marca
que acuña todo valor.
Es decir, la marca diferencial
del valor ahora
es el odio hacia la fuerza,
mal llamado amor hacia los hombres
o ideales compasivos que sólo
se complacen en el reconocimiento
de todo lo enfermo y mezquino
como forma de ser elegido
o castigado por un Dios.
... con la genealogía Nietzsche
emprenderá la superación
de las antítesis formuladas
desde el aparato metafísico,
que no son otra cosa
que una hipérbole del control
sobre las acciones, una forma
de regulación epistemológica
sobre la producción de mundo
o aquello que creemos ser, vivir,
experimentar, ver o sentir.
Darle al saber la impronta
de una creencia, la necesidad
de regular u orientar una pulsión,
así se libera el arte,
así el conocimiento se torna
humilde y el poder explícito.
Y, para terminar, otra reunión sobre el sentido de la vida:
Encuentro en La Casa del Lector organizado por el colectivo EQUANIMA, bajo el prisma de lo que titulan ESCUELA DE VIDA y que son interesantes reflexiones para pensar por uno mismo.
Una lectura utópica al respecto: EL SENTIDO DE LA VIDA, Terry Eagleton, Ed. Paidós 2008, págs. 208-210, " Tomemos como imagen de la vida buena un grupo de jazz. Una banda de jazz que improvise es obviamente diferente de una orquesta sinfónica, ya que, en gran medida, cada uno de sus componentes es libre de expresarse como guste. Pero siempre se expresará a partir de una sensibilidad receptiva a las actuaciones autoexpresivas de los demás músicos. La compleja armonía que configuran no deriva del hecho de que estén interpretando una partitura colectiva, sino de la libre expresión musical de cada miembro, que actúa a su vez como base para la libre expresión de los demás. A medida que cada intérprete va haciéndose más musicalmente elocuente, los demás obtienen una inspiración adicional que los estimula para alcanzar mayores cimas. Aquí no se aprecia conflicto alguno entre la libertad y el bien del conjunto, y, sin embargo, la imagen es justamente la inversa del totalitarismo. Aunque cada interprete contribuye al "mayor bien posible para el conjunto" no lo hace a través de un denodado sacrificio propio, sino simplemente expresándose como es. Hay ahí una realización personal, pero sólo alcanzada a través de la pérdida del yo en la música en su totalidad. Se consigue algo, pero no hablamos de un éxito para el mero engrandecimiento propio, sino de un logro (la música en sí) que actúa como medio de relación entre los intérpretes. De toda esta maestría artística se consigue placer y, al mismo tiempo (dado que hay una libre materialización o realización de las capacidades), felicidad entendida como florecimiento. Dado que este florecimiento es recíproco, podemos hablar incluso (aunque remotamente y por analogía) de una especie de amor. Peores situaciones se han propuesto como posibles sentidos de la vida: ésta, en concreto, da sentido y significación a la vida y, además (aunque este punto resultaría más controvertido) cuando actuamos de ese modo realizamos nuestras naturalezas al máximo".
Se me ocurre finalmente un retruécano para concluir y consiste en que podría imaginarse la paradoja de que al salir de la naturaleza el ser humano pierde el paraíso a costa de procurarse una moral que lleva a la inmoralidad y un sentido que conduce al sinsentido.
La historia humana advierte que nuestra tendencia al establecimiento de dogmas únicos suele provocar una Babel de falta de entendimiento y conflictos, mientras el poder necesita de una normatividad racional convenida con el mayor consenso, sin prescindir de la poesía metafísica.