El libro DOCUMENTOS DE UN ENCUENTRO es una experiencia poética memorable, particularmente acerca de la fascinante personalidad de una joven admirable.
Con 20 años Lou von Salomé conoce a Nietzsche (38 años) en marzo de 1882 en Roma, en casa de la conocida librepensante Malwida von Meysenburg.
Lou pasea por la ciudad con Nietzsche y el también filósofo Paul Ree (31 años) con una libertad bastante sorprendente para la época, y de su trato tan espiritualmente atrayente resultan los siguientes testimonios a los que dejo hablar por ser tan expresivos:
imágenes del film de Liliana Cavani "Más allá del bien y del mal" |
23-5 (a Lou)
Cuando estoy
completamente solo digo frecuentemente, muy frecuentemente su nombre, que
constituye la mayor alegría para mí.
28-5
Querida amiga:
Me ha llegado directamente
al corazón (y también a los ojos). Sí, creo en usted: ayúdeme a creer siempre
en mí mismo, y a hacer honor a nuestro lema común:
“perder la costumbre de
la medianía
“para vivir
resueltamente”
“en la totalidad, la
bondad, la hermosura”
7-6
Es mejor ahorrarles
preocupaciones, tanto de corazón como de cabeza, en cosas (proyecto de
convivencia a tres: trinidad) que sólo a nosotros, en cuanto adultos, atañen.
Para ellos podrían significar peligrosas fantasías.
Lo que yo no creía
posible: encontrar un amigo para compartir mis últimas alegrías y tristezas
parece ahora serlo –como la dorada posibilidad en el horizonte de mi vida
futura. Me conmueve pensar en el alma valiente e intuitiva de mi querida Lou.
9-6
Deposito tantas
esperanzas en nuestra vida en común que todas las consecuencias secundarias,
inevitables o accidentales, apenas me impresionan. Suceda lo que suceda lo
compartiremos juntos; y cuando llegue la noche olvídemos de toda preocupación.
A usted le ha dotado la
naturaleza con esta magnífica franqueza del querer (voluntad?)
12-6
Mi fuente de vida más
poderosa arranca de algunas grandes perspectivas de nuestro horizonte
espiritual y moral; me alegra que nuestra amistad hunda sus raíces y sus
esperanzas en este suelo.
Julio (borrador a
Malwida)
Este año… se ha visto
embellecido por el brillo y la gracia de esta joven verdaderamente heroica.
Espero encontrar una discípula en ella, y una heredera, así como una
continuadora, caso de no vivir mucho tiempo.
Imágenes de la película "El día que Nietzsche lloró" |
13-7 (a Peter Gast)
Aquel poema titulado “Al
dolor” no era mío. Pertenece al género de cosas que tienen un poder absoluto
sobre mí; jamás pude leerlo sin derramar lágrimas; suena como una voz que
siempre hubiera estado esperando desde la infancia. Es de mi amiga Lou, de la
que sin duda no ha oído hablar. Lou es hija de un general ruso, tiene veinte
años; es tan inteligente como un águila y tan valiente como un león.
Es admirable hasta qué
punto está preparada para mi manera de pensar y
mis ideas.
POEMA “AL DOLOR” (Lou)
¿Quién presa de ti puede
escapar
si le diriges tu serena
mirada?
No quiero huir si me has
de coger,
¡no quiero creer que
sólo destruyes!
Lo sé, debes alcanzar a
todo ser vivo en la tierra,
y ninguno hay en ella
que pueda escapar a tu roce
la vida sin ti sería
bella,
¡y a pesar de todo
también mereces que se te viva!
Ciertamente no eres un
espectro de la noche,
vienes a recordar su
fuerza al espíritu:
la lucha es lo que hace
crecer a los más grandes,
la lucha por un fin a
través de caminos tortuosos.
Por eso, sólo a cambio
de felicidad y de placer
puedes darme dolor la
verdadera grandeza
ven pues que lucharemos
cuerpo a cuerpo,
ven pues que lucharemos
a vida o muerte.
Llega hasta lo más
profundo del corazón,
Llega hasta el centro
mismo de la vida,
Llévate los sueños de
dicha y de ilusión
Llévate lo que no
merezca el anhelo ilimitado.
No será el vencedor del
hombre auténtico;
Aunque descubriera su
pecho ante tu embate
Aunque en la muerte se
consumiera:
-¡eres el pedestal para
la grandeza del espíritu!
4-8
Querría vivir solo.
Pero entonces el querido
pájaro Lou voló sobre mi camino y creí que era un águila y quise que el águila
permaneciera conmigo.
Venga pues, sufro
demasiado por haberla hecho sufrir. Juntos soportaremos mejor el dolor.
Del DIARIO que Lou va escribiendo en Tautenburg para que Paul Ree vaya sabiendo de sus experiencias con Nietzsche:
foto real de Lou von Salomé |
14-8
No cesó de subir a verme
(Lou vivía con Elisabeth Nietzsche en la casa del pastor Stölten, Nietzsche en
una granja) y por la noche tomó mi mano y la besó dos veces balbuciendo algo
incomprensible. Pasé los días siguientes en cama: me enviaba cartas a la
habitación y me hablaba a través de la puerta. Mi antigua fiebre catarral cesó y
me levanté. Ayer estuvimos juntos todo el tiempo y hoy, un día magnífico, hemos
paseado por un bosque de pinos,
silencioso y oscuro únicamente acompañados por los rayos del sol y las
ardillas.
Conversar con él es muy
agradable… Y existe un encanto especial en la coincidencia de los mismos
pensamientos, impresiones e ideas. Casi nos comprendemos con medias palabras.
Una vez, sorprendido por todo esto me dijo: “creo que la única diferencia entre
usted y yo es la edad. Hemos vivido y
pensado de la misma manera”.
El recuerdo de nuestra
época italiana nos viene a menudo a la memoria y … mientras subíamos por la
senda estrecha, dijo en voz baja: “monte sacro, te doy las gracias por el sueño
más fascinante de mi vida”
Pasamos horas hermosas
en la linde del bosque donde se encuentra su pequeño refugio campesino y un
banquito acogedor. Cómo reímos, soñamos y charlamos a la hora del crepúsculo,
cuando los últimos rayos de sol nos rozan a través de las ramas.
18-8
El carácter
fundamentalmente religioso de nuestras naturalezas constituye nuestro punto en
común y quizá se exterioriza con fuerza porque somos
librepensadores en el sentido radical de la palabra. En el libre pensamiento el
sentir religioso no puede referirse a nada divino o a un cielo en el que se
encuentren las fuerzas que como la debilidad, el miedo y la codicia,
constituyen la religión. En el libre pensamiento la necesidad religiosa
originada en las creencias –ese noble fruto tardío de las formas particulares
de la fe abandonado en cierto modo a si mismo- puede llegar a ser la fuerza
heroica de su esencia, el impulso de entregarse a un gran objetivo.
Durante estas 3 semanas
hemos hablado hasta hartarnos y curiosamente soporta ahora hasta 10 horas
diarias de charla. En nuestras veladas nocturnas a la luz de una lámpara que
arroja una luz débil, ya que está envuelta en una tela roja (como un inválido)
para no herir sus pobres ojos, hablamos de trabajos comunes. ¡Qué contenta me
siento de tener ahora ante mí una tarea precisa y determinada! Ha olvidado la
idea de ser mi profesor; dice que no es preciso darme semejante apoyo y que
debería seguir adelante buscando de forma totalmente independiente. Tampoco
adopta la actitud del que sólo estudia, sino la del que aprende creando y crea aprendiendo.
Hemos elegido siempre
los senderos de los rebecos y si alguien nos hubiera oído creería haber
escuchado la conversación de dos diablos.
¿Estamos muy cerca el
uno del otro? No, a pesar de todo no. Las ideas que se hacía N. sobre mis
sentimientos y que le hacían tan feliz hace todavía pocas semanas se proyectan
como una sombra que nos separa, que cae ante nosotros. Y en alguna de las
escondidas profundidades de nuestro ser, estamos inmensamente lejos el uno del
otro.
N. tiene en su manera de
ser –comparándolo con una vieja fortaleza- algunas mazmorras oscuras y algunas
cuevas secretas que se eclipsan a la observación superficial y que sin embargo
constituyen su carácter propio.
21-8
Diferís sobre todo en
que en N. hay una aspiración incondicional al conocimiento, que constituye en
cierta manera la fuerza unificadora de su ser, que sostiene en una sola mano
todos sus impulsos y cualidades, una especie de fuerza religiosa que conduce
totalmente al hombre en una dirección en la que se entrega al dios del
conocimiento.
Tu fuerza de carácter se
ha puesto también al servicio del conocimiento, como en N., pero mientras este
servicio actúa en él de forma religiosa y por eso nunca excluye una última
valoración de sí mismo, tú mantienes contigo mismo una relación puramente
cognoscitiva, indiferente, es decir como un simple objeto de conocimiento.
Tu estilo quiere
convencer al lector de forma intelectual, por eso es científico y claro, evitando
toda emoción. N. quiere convencer de forma total, quiere que su palabra penetre
en el fondo del alma y agite las profundidades; no quiere instruir sino
convertir.
N. es como yo, poseído
por su trabajo, todo sentimiento que no se refiera a él le parece una especie
de traición que vendría a perturbar la realización del mismo…. No tienes en la
medida de N. –el egoísta de gran estilo- el corazón en la cabeza,
insolublemente unidos.
N. echó la religión por
la borda en el momento en que su corazón no sentía nada hacia ella y aspiraba
en su vacío y hastío a un objetivo nuevo para que le pudiera contentar. En
cuanto a mí, la incredulidad penetró rápidamente en mi corazón y aún más en mi
espíritu obligando al corazón, que estaba unido a la fe con un fervor infantil,
a abandonar esta fe.
En N. el sufrimiento ha
sido siempre motivo de una nueva fase de desarrollo, como sucede ahora también,
mientras en mí constituyó un medio que me apliqué para lograr un nuevo
objetivo, que así me parecía más elevado.
El tránsito a un nuevo
desarrollo se realiza en N. a través de un estado mientras que en mí se da a
través de una actividad. Esta pasividad de sus sufrimientos se expresa también,
curiosamente, en lo mucho que debía sufrir físicamente, mientras que en todo el
desarrollo de mi vida pasada, sufrimiento y lucha fueron para mí la misma
palabra.
La forma de entrega de
N. parece una especie de autodestrucción, que sólo es o intenta ser una
liberación. Considero muy acertado lo que N. dijo de mí: que para un ser
concentrado en sí como yo, que se desarrolla de una manera semejante a la
necesidad natural, no puede imaginarse un último objetivo más que expresándose
en la acción, pero que el giro curioso de mi naturaleza me desviaba, por su
desarrollo intelectual de los objetivos exigidos por las acciones”; por el
contrario él siente su objetivo como algo que hay que sufrir.
El dolor es en N. la
vida misma: el perseverar en vivir para alcanzar el conocimiento. A mis ojos su
heroísmo no reside en que se inflija este dolor por amor al conocimiento, pues
entonces este objetivo de conocimiento debería someterse a una evaluación
moral. Claro que podemos fundar en nosotros mismos una religión y una moral
personales, sin religión y sin moral, pero entonces se quedan dentro nuestro y solo
pueden realizar medios y no fines heroicos: pues solo aspiran a lo que más
amamos, es decir la felicidad, aún a través del deleite del sufrimiento.
Si la palabra heroísmo
es lícita sin su significación moral entonces vería su heroísmo en la fuerza de
autoconservación, en aquella fuerza que asume voluntariamente el sufrimiento de
la vida porque encuentra siempre en ella la fuerza creadora que le permite
convertir el medio en un fin, gracias al cual se siente llevada más allá del
sufrimiento y la desgracia.
Veo su heroísmo en la
fuerza creadora ante la cual la materia más rígida y más áspera no es ni muy
rígida ni muy áspera, porque no obstante es superior y capaz de esculpir las
estatuas de los dioses.
Para nosotros
librepensadores que ya no tenemos nada sagrado que pueda adorarse de forma
religiosa o moral, subsiste a pesar de todo una grandeza que nos obliga a
admirar y venerar. Presentía ya esta grandeza en N. cuando te dije junto a los
lagos, en Italia, que su risa es una acción.
No hay más valoraciones
de las direcciones que las que el hombre toma pero hay una grandeza de la
fuerza.
Continuará...
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