domingo, 6 de julio de 2014

EN EL AFUERA hay UN OTRO AUDIBLE

Una de las más vanas disquisiciones de filósofos y poetas suele ser distinguir ambos ámbitos, como si uno pudiera desgarrar el sentir discursivo del pensamiento para no contaminarse, siendo la mezcla lo que hace tal sentir.


Uno de estos ensayos, sin duda meritorio en lo metafórico, es el que elabora con temple gestual Chantal Maillard, bajo el título simbólico del EL PÁJARO, publicado en la obra recopilatoria LA BABA DEL CARACOL (Vaso roto ediciones, 2014, Madrid, págs. 47 a 65).

              

Quizá lo de menos sea el gesto metafórico de diferenciar entre lo vertical y lo horizontal (dejo al lector adivinar a que se vincula una y otra cosa), el origen o el desarrollo, la infraccción, o no, de los límites, pues curiosamente lo mejor es lo que se establece como característica común:


Ni el hacer filosófico ni el poético,
sin embargo, obtendrán
resultados dignos de mención
si no son capaces
de abrir una brecha.
Se ha de efectuar una transformación
en el cerco,
dentro de alguno de los cercos
con los que protegemos 
lo ya conocido.
Toda palabra que no pertenezca
al decir ordinario
ha de poder hacerlo.

ABRIR UNA BRECHA ENTRE CERCOS. ¡Brillante!

La profundidad aumenta cuando encontramos una dirección más allá de lo conocido y entonces entramos en el FUERA (prefiero llamarlo AFUERA) que así distingue la autora:

A veces, no obstante, hay brechas
que no abren sobre un cerco
sino directamente sobre el fuera.

¿Qué es el fuera? Por el momento
contentémonos con decir que se trata
del fuera (de los límites) del lenguaje.
Esos mismo límites necesarios
para que haya brecha.

Llegados a este punto genial encontramos otra diferenciación que no comparto entre el gesto y el habla, al vincular esta última (como si sólo fuera dialéctico) al filósofo, cuando no deja de ser esencial también (ver, p.ej., su declamación) a la poesía.


Pero donde mayormente aparece mi discrepancia es en la final traducción del "AFUERA", ese no lugar adonde abre la "brecha" su vector direccional:


El fuera es lo común, 
lo que a todos pertenece,
lo animal.
El fuera es la inocencia.
La de todos.
Porque en el fuera
no hay yo,
no hay alguien.
Un poema es una señal
de la inocencia.

¿NO HAY ALGUIEN? Puede no haber "yo", pero nunca no haber "alguien". Esta es mi opinión.




No se puede despersonalizar el AFUERA. Siempre hay otro arco donde se abre un OTRO infinito posible desconocido.

Como dice EDMON JABÉS en EL PEQUEÑO LIBRO DE LA SUBVERSIÓN FUERA DE SOSPECHA

El hombre es para el hombre
a la vez el origen
y su más allá
(Ed. Trotta, Madrid 2008, pág. 29)

Para mi ese AFUERA es un INFINITO que sólo encarna y es señalado por la "brecha" en un OTRO.

O, en otra forma de decir, en su exposición al OTRO, como lo manifiesta LEVINAS en su magistral "DE OTRO MODO QUE SER O MÁS ALLÁ DE LA ESENCIA":


Este arrancarse a sí mismo
en el seno de su unidad,
esta absoluta no-coincidencia,
esta dia-cronía del instante
significa al modo del uno
en tanto que penetrado por el otro.
(Ed. Sígueme, Salamanca, 2003, pág. 103)

Me rebelo contra todas las derivas metafísicas, posthumanistas o transhumanistas que acaban despersonalizando las conquistas de lo humano como si las sacáramos de un vacío espectral que al final parece que nos vaya a absorber cual agujero negro en la materia o como un nuevo trascendentalismo que negara o falsificara el inmanente quehacer.


Siempre inmanente, el filósofo ALAIN, en un comentario al poema LA JOVEN PARCA de VALERY, señalaba que 


Todo pensamiento
comienza con un poema.

Así lo cita GEORGE STEINER en la apertura de su estudio LA POESÍA DEL PENSAMIENTO, cuyo prefacio termina con la siguiente inspiración:


Donde se funden la filosofía y la literatura,
donde pleitean la una con la otra
en forma o en materia,
pueden oírse estos ecos del origen.
Este genio poético del pensamiento abstracto
se ilumina, se hace audible.
...
Este ensayo es un intento
de escuchar más atentamente.
(Siruela, Madrid, págs. 15-16)