lunes, 30 de noviembre de 2015

SENTIDO y GENEALOGÍA moral, SUEÑO de un HOMBRE ridículo DOSTOIEVSKI

Sentido de la vida y genealogía de la moral unidos en el Sueño de una hombre ridículo, a propósito del cuento de tal título de Dostoievski: concentración explosiva.



El cuento es interpretado magistralmente por Jeremy Irons en un corto estremecedor de múltiples sugestiones.
https://www.youtube.com/watch?v=ebkqTihXObs

La misma historia se plasma en un corto de animación simbólica de Alexander Petrov  que también será ilustrativo.
https://www.youtube.com/watch?v=k8eimDwXAik



Este caballero con una experiencia fatídica y su sentido vital torturado acaba quebrándose por el grito convocado por una niña desvalida que le pide ayuda junto al cadaver de su madre.



Ello le tocará el corazón de tal manera que perturbará sus planes de suicidio, y en su debate interior convocará el sueño que le llevará a un derrotero de catarsis de sentido moral.


sollozando y ahogándose, 
continuó corriendo a mi lado sin
apartarse de mí. 
Fue entonces cuando di
 una patada en el suelo
 y lancé un grito. 
La niña sólo exclamó: 
“¡Señor, señor…!”; 
pero de repente me dejó

Así dice el relato original de Dostoievski, pero la huella no cesará cuando...


¿acaso la conciencia de que 
dejaría totalmente de existir, y de
que, por consiguiente, tampoco 
nada existiría,
 no influiría mínimamente en el
sentimiento de compasión 
hacia aquella niña, 
ni en el de la vergüenza tras haber
cometido aquel acto vil? 
Porque si le lancé aquel salvaje grito 
a esa infeliz criatura
dando una patada al suelo, 
fue porque pensé que 
no sólo no sentía lástima por ella,
sino que si cometía 
aquella inhumana bajeza 
era porque podía hacerlo en aquel
momento, ya que pasadas 
dos horas todo se acabaría




Y he aquí que en aquel momento 
me quedé dormido, cosa que
jamás me había ocurrido antes, 
sentado y en el sillón. 
Me dormí sin haberme dado
cuenta. Los sueños, 
como es bien sabido, 
son algo extraordinariamente extraño:
algunas cosas se te presentan 
con una claridad pasmosa, 
con unos detalles minúsculos, 
similares a la orfebrería, 
y otras transcurren como si estuvieras
sobrevolando el tiempo y el espacio, 
sin darte cuenta en absoluto. 
Parece que los sueños 
no los dirige la razón, 
sino el deseo; que no es la cabeza, 
sino el corazón...


Tras verse incordiado en su mismo ataúd, soñando haberse suicidado, un ser le revela un mundo diferente, que sería la alegoría del paraíso, donde la armonía reina con naturalidad y cuya quiebra se produce con su presencia y su pretensión humana:

¡Sí, sí, la cosa terminó con que 
yo los pervertí a todos! 
Ignoro cómo pudo haber
sucedido aquello, no lo sé, 
no lo recuerdo con claridad. 
El sueño sobrevoló milenios,
dejando en mí únicamente 
la sensación de totalidad. 
Sólo sé que la causa del pecado
fui yo... yo contagié aquella Tierra, 
feliz y sin pecado antes de mi llegada. 
Aprendieron a mentir y les gustó, 
hasta ver belleza en
ello. ¡Oh! Eso puede que ocurriera 
de un modo inocente, como una broma, una
coquetería, o un juego amoroso, 
de veras, puede que se iniciara 
como un átomo,
pero ese átomo de la mentira 
penetró en sus corazones y les gustó. 
A continuación
nació rápidamente la lujuria, 
ésta engendró los celos, y los celos la crueldad…


Comenzó la lucha
por la separación, el aislamiento, 
la individualidad, y la propiedad privada.
Empezaron a hablar diferentes lenguas. 
Conocieron el dolor y lo amaron, ansiaron
el sufrimiento. Fue entonces 
cuando surgió entre ellos la ciencia. 
Cuando se  hicieron malvados, 
empezaron a hablar de la hermandad 
y la humanidad, y comprendieron esas ideas. 
Cuando se hicieron criminales, 
inventaron la justicia,
prescribiéndose a sí mismos 
códigos enteros para custodiarla; 
y con el fin de salvaguardar su vigencia, 
impusieron la guillotina


Es de admirar cómo se voltean las convenciones y del propio ser de persona (máscara) se desencadena el desastre, en la doblez, en el conflicto, que sería lo que, a su vez, desencadenaría la creación de las ideas e instituciones de civilización.


La persona insiste en confesar su culpa y hasta se ofrece a purgarla con el más alto simbolismo cristiano.

Les tendí las manos
desesperado, culpándome, 
maldiciéndome y despreciándome 
a mí mismo. Les decía que todo aquello 
lo había hecho yo, y sólo yo, 
que yo les había llevado la
perversión, el contagio y la mentira. 
Les rogué que me crucificaran, 
les enseñé cómo se hacía la cruz. 
No podía ni tenía fuerzas 
para quitarme la vida yo mismo,
 pero deseaba cargar con sus penas, 
ansiaba las penas, 
ansiaba que sobre esas penas 
se derramara hasta la última 
gota de mi sangre. 
Pero ellos se limitaban a burlarse 
de mí y a tomarme por un chiflado.
...
Entonces el dolor penetró 
con tanta fuerza en mi alma 
que mi corazón se estremeció 
y me sentí morir; 
en ese instante… 
bueno en ese instante,
 me desperté


La duda irrumpe al despetar.

“¡Fue un sueño, un delirio, una alucinación!”. 
¡Oh! ¿Acaso eso es de sabios?
¡Y están tan orgullosos! 
¿El sueño? ¿Qué es el sueño?
 ¿Acaso nuestra vida no es un sueño? 
Diré algo más: 
¡que sea cierto que nunca se cumpla 
y que no exista nuestro
paraíso (eso ya lo entendí yo), 
pero, a pesar de todo, predicaré! 
No obstante, sería tan sencillo: 
en un día, en tan sólo una hora, 
todo podría hacerse realidad.
Lo más importante 
es que ames a tus semejantes como a ti mismo,
 y eso es lo fundamental;
creo que no se necesita nada más: 
al instante encontrarías 
cómo ordenar tu existencia.

El dilema acaba siendo más que religioso, resulta existencial, poético, fascinador...


Porque “la conciencia de la vida
está por encima de la vida misma, 
el conocimiento de las leyes de la felicidad 
excede a la propia felicidad”. 
¡Contra eso es contra 
lo que hay que luchar! 
Y yo lo haré. Si todos lo desearan, 
las cosas cambiarían al instante. 
Por fin encontré aquella pequeña… 
¡Y seguiré adelante, seguiré!

Así termina el cuento de Dostoievski y comienza una nueva oportunidad para la vida.

¿Dónde está la conexión con la "genealogía" y con el "sentido"? Pues más que en las propias palabras e ideas, en las reuniones que coincidieron en el tiempo con el relato.

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Aquí el brillante ponente se atrevió con tan peligroso texto de Nietzsche para procurar lo que al final defendió:

la tarea del pensamiento, 
después de Nietzsche, 
sólo parece predisponerse 
a la inversión de la tendencia 
de la filosofía. En lugar de responder 
a la pregunta, nuestra tarea, 
en primer lugar, sólo puede ser 
genealógica porque debe buscar 
las raíces que motivan 
esa forma determinada de preguntar, 
sabiendo que en el origen 
no puede haber nada originario, 
tan sólo un momento para desasirse
 de nuestra viejas creencias 
y poder acuñar otras nuevas, 
porque nada nuevo puede crearse 
si sobre nuestras espaldas 
siguen las viejas tablas de valores. 
La genealogía libera para algo otro, 
predispone hacia la diferencia 
y con ello hacia la emancipación 
del eterno querer ser una copia, 
en el mejor de los casos, o una nada.

En este sentido, desentrañó los orígenes de los palabras bueno y malo, conforme a dicha obra, y a groso modo se hizo patente que en esos comienzos, según la etimología rastreada por Nietzsche, no podía ser de otro manera que su adscripcióin respectiva a los que guerrean y mandan (vir-tud: fuerza) y a los que obedecen (malos: sometidos, resentidos).


Una forma estamental que, sin propugnar un eterno retorno, sí reivindica facultades de vigor perdidas o volteadas a lo largo de la historia.

No se ha logrado mejor ejercicio 
conceptual para fortificar 
la antítesis porque, mediante 
la figura de Jesús crucificado 
por su amor a los hombres, 
la propensión a la culpa y al odio,
 frente a los otros y a uno mismo, 
inocula la debilidad como marca 
que acuña todo valor. 
Es decir, la marca diferencial 
del valor ahora 
es el odio hacia la fuerza, 
mal llamado amor hacia los hombres 
o ideales compasivos que sólo 
se complacen en el reconocimiento 
de todo lo enfermo y mezquino
 como forma de ser elegido 
o castigado por un Dios.


... con la genealogía Nietzsche 
emprenderá la superación 
de las antítesis formuladas 
desde el aparato metafísico, 
que no son otra cosa 
que una hipérbole del control
 sobre las acciones, una forma 
de regulación epistemológica 
sobre la producción de mundo 
o aquello que creemos ser, vivir,
 experimentar, ver o sentir. 
Darle al saber la impronta 
de una creencia, la necesidad 
de regular u orientar una pulsión, 
así se libera el arte, 
así el conocimiento se torna
 humilde y el poder explícito.

Y, para terminar, otra reunión sobre el sentido de la vida:

Encuentro en La Casa del Lector organizado por el colectivo EQUANIMA, bajo el prisma de lo que titulan ESCUELA DE VIDA y que son interesantes reflexiones para pensar por uno mismo.

Una lectura utópica al respecto: EL SENTIDO DE LA VIDA, Terry Eagleton, Ed. Paidós 2008, págs. 208-210, " Tomemos como imagen de la vida buena un grupo de jazz. Una banda de jazz que improvise es obviamente diferente de una orquesta sinfónica, ya que, en gran medida, cada uno de sus componentes es libre de expresarse como guste. Pero siempre se expresará a partir de una sensibilidad receptiva a las actuaciones autoexpresivas de los demás músicos. La compleja armonía que configuran no deriva del hecho de que estén interpretando una partitura colectiva, sino de la libre expresión musical de cada miembro, que actúa a su vez como base para la libre expresión de los demás. A medida que cada intérprete va haciéndose más musicalmente elocuente, los demás obtienen una inspiración adicional que los estimula para alcanzar mayores cimas. Aquí no se aprecia conflicto alguno entre la libertad y el bien del conjunto, y, sin embargo, la imagen es justamente la inversa del totalitarismo. Aunque cada interprete contribuye al "mayor bien posible para el conjunto" no lo hace a través de un denodado sacrificio propio, sino simplemente expresándose como es. Hay ahí una realización personal, pero sólo alcanzada a través de la pérdida del yo en la música en su totalidad. Se consigue algo, pero no hablamos de un éxito para el mero engrandecimiento propio, sino de un logro (la música en sí) que actúa como medio de relación entre los intérpretes. De toda esta maestría artística se consigue placer y, al mismo tiempo (dado que hay una libre materialización o realización de las capacidades), felicidad entendida como florecimiento. Dado que este florecimiento es recíproco, podemos hablar incluso (aunque remotamente y por analogía) de una especie de amor. Peores situaciones se han propuesto como posibles sentidos de la vida: ésta, en concreto, da sentido y significación a la vida y, además (aunque este punto resultaría más controvertido) cuando actuamos de ese modo realizamos nuestras naturalezas al máximo".



Se me ocurre finalmente un retruécano para concluir y consiste en que podría imaginarse la paradoja de que al salir de la naturaleza el ser humano pierde el paraíso a costa de procurarse una moral que lleva a la inmoralidad y un sentido que conduce al sinsentido.

La historia humana advierte que nuestra tendencia al establecimiento de dogmas únicos suele provocar una Babel de falta de entendimiento y conflictos, mientras el poder necesita de una normatividad racional convenida con el mayor consenso, sin prescindir de la poesía metafísica.