jueves, 19 de marzo de 2015

LOU SALOME encuentro NIETZSCHE cartas DIARIO trinidad REE



El libro DOCUMENTOS DE UN ENCUENTRO es una experiencia poética memorable, particularmente acerca de la fascinante personalidad de una joven admirable.



Con 20 años Lou von Salomé conoce a Nietzsche (38 años) en marzo de 1882 en Roma, en casa de la conocida librepensante Malwida von Meysenburg.


Lou pasea por la ciudad con Nietzsche y el también filósofo Paul Ree (31 años) con una libertad bastante sorprendente para la época, y de su trato tan espiritualmente atrayente resultan los siguientes testimonios a los que dejo hablar por ser tan expresivos:


imágenes del film de Liliana Cavani "Más allá del bien y del mal"

Cartas de Nietzsche:

23-5 (a Lou)
Cuando estoy completamente solo digo frecuentemente, muy frecuentemente su nombre, que constituye la mayor alegría para mí.

28-5
Querida amiga:
Me ha llegado directamente al corazón (y también a los ojos). Sí, creo en usted: ayúdeme a creer siempre en mí mismo, y a hacer honor a nuestro lema común:
“perder la costumbre de la medianía
“para vivir resueltamente”
“en la totalidad, la bondad, la hermosura”




7-6
Es mejor ahorrarles preocupaciones, tanto de corazón como de cabeza, en cosas (proyecto de convivencia a tres: trinidad) que sólo a nosotros, en cuanto adultos, atañen. Para ellos podrían significar peligrosas fantasías.

                                      

Lo que yo no creía posible: encontrar un amigo para compartir mis últimas alegrías y tristezas parece ahora serlo –como la dorada posibilidad en el horizonte de mi vida futura. Me conmueve pensar en el alma valiente e intuitiva de mi querida Lou.

9-6
Deposito tantas esperanzas en nuestra vida en común que todas las consecuencias secundarias, inevitables o accidentales, apenas me impresionan. Suceda lo que suceda lo compartiremos juntos; y cuando llegue la noche olvídemos de toda preocupación.

A usted le ha dotado la naturaleza con esta magnífica franqueza del querer (voluntad?)

12-6
Mi fuente de vida más poderosa arranca de algunas grandes perspectivas de nuestro horizonte espiritual y moral; me alegra que nuestra amistad hunda sus raíces y sus esperanzas en este suelo.

Julio (borrador a Malwida)
Este año… se ha visto embellecido por el brillo y la gracia de esta joven verdaderamente heroica. Espero encontrar una discípula en ella, y una heredera, así como una continuadora, caso de no vivir mucho tiempo.

Imágenes de la película "El día que Nietzsche lloró"

13-7 (a Peter Gast)
Aquel poema titulado “Al dolor” no era mío. Pertenece al género de cosas que tienen un poder absoluto sobre mí; jamás pude leerlo sin derramar lágrimas; suena como una voz que siempre hubiera estado esperando desde la infancia. Es de mi amiga Lou, de la que sin duda no ha oído hablar. Lou es hija de un general ruso, tiene veinte años; es tan inteligente como un águila y tan valiente como un león.

Es admirable hasta qué punto está preparada para mi manera de pensar y  mis ideas.

POEMA “AL DOLOR” (Lou)

¿Quién presa de ti puede escapar
si le diriges tu serena mirada?
No quiero huir si me has de coger,
¡no quiero creer que sólo destruyes!

Lo sé, debes alcanzar a todo ser vivo en la tierra,
y ninguno hay en ella que pueda escapar a tu roce
la vida sin ti sería bella,
¡y a pesar de todo también mereces que se te viva!

Ciertamente no eres un espectro de la noche,
vienes a recordar su fuerza al espíritu:
la lucha es lo que hace crecer a los más grandes,
la lucha por un fin a través de caminos tortuosos.

Por eso, sólo a cambio de felicidad y de placer
puedes darme dolor la verdadera grandeza
ven pues que lucharemos cuerpo a cuerpo,
ven pues que lucharemos a vida o muerte.

Llega hasta lo más profundo del corazón,
Llega hasta el centro mismo de la vida,
Llévate los sueños de dicha y de ilusión
Llévate lo que no merezca el anhelo ilimitado.

No será el vencedor del hombre auténtico;
Aunque descubriera su pecho ante tu embate
Aunque en la muerte se consumiera:
-¡eres el pedestal para la grandeza del espíritu!


4-8
Querría vivir solo.
Pero entonces el querido pájaro Lou voló sobre mi camino y creí que era un águila y quise que el águila permaneciera conmigo.
Venga pues, sufro demasiado por haberla hecho sufrir. Juntos soportaremos mejor el dolor.




Del DIARIO que Lou va escribiendo en Tautenburg para que Paul Ree vaya sabiendo de sus experiencias con Nietzsche:


foto real de Lou von Salomé

14-8
No cesó de subir a verme (Lou vivía con Elisabeth Nietzsche en la casa del pastor Stölten, Nietzsche en una granja) y por la noche tomó mi mano y la besó dos veces balbuciendo algo incomprensible. Pasé los días siguientes en cama: me enviaba cartas a la habitación y me hablaba a través de la puerta. Mi antigua fiebre catarral cesó y me levanté. Ayer estuvimos juntos todo el tiempo y hoy, un día magnífico, hemos paseado  por un bosque de pinos, silencioso y oscuro únicamente acompañados por los rayos del sol y las ardillas.

Conversar con él es muy agradable… Y existe un encanto especial en la coincidencia de los mismos pensamientos, impresiones e ideas. Casi nos comprendemos con medias palabras. Una vez, sorprendido por todo esto me dijo: “creo que la única diferencia entre usted  y yo es la edad. Hemos vivido y pensado de la misma manera”.

El recuerdo de nuestra época italiana nos viene a menudo a la memoria y … mientras subíamos por la senda estrecha, dijo en voz baja: “monte sacro, te doy las gracias por el sueño más fascinante de mi vida”



Pasamos horas hermosas en la linde del bosque donde se encuentra su pequeño refugio campesino y un banquito acogedor. Cómo reímos, soñamos y charlamos a la hora del crepúsculo, cuando los últimos rayos de sol nos rozan a través de las ramas.



18-8
El carácter fundamentalmente religioso de nuestras naturalezas constituye nuestro punto en común  y quizá se  exterioriza con fuerza porque somos librepensadores en el sentido radical de la palabra. En el libre pensamiento el sentir religioso no puede referirse a nada divino o a un cielo en el que se encuentren las fuerzas que como la debilidad, el miedo y la codicia, constituyen la religión. En el libre pensamiento la necesidad religiosa originada en las creencias –ese noble fruto tardío de las formas particulares de la fe abandonado en cierto modo a si mismo- puede llegar a ser la fuerza heroica de su esencia, el impulso de entregarse a un gran objetivo.



Durante estas 3 semanas hemos hablado hasta hartarnos y curiosamente soporta ahora hasta 10 horas diarias de charla. En nuestras veladas nocturnas a la luz de una lámpara que arroja una luz débil, ya que está envuelta en una tela roja (como un inválido) para no herir sus pobres ojos, hablamos de trabajos comunes. ¡Qué contenta me siento de tener ahora ante mí una tarea precisa y determinada! Ha olvidado la idea de ser mi profesor; dice que no es preciso darme semejante apoyo y que debería seguir adelante buscando de forma totalmente independiente. Tampoco adopta la actitud del que sólo estudia, sino la del que aprende  creando y crea aprendiendo.




Hemos elegido siempre los senderos de los rebecos y si alguien nos hubiera oído creería haber escuchado la conversación de dos diablos.

¿Estamos muy cerca el uno del otro? No, a pesar de todo no. Las ideas que se hacía N. sobre mis sentimientos y que le hacían tan feliz hace todavía pocas semanas se proyectan como una sombra que nos separa, que cae ante nosotros. Y en alguna de las escondidas profundidades de nuestro ser, estamos inmensamente lejos el uno del otro.

N. tiene en su manera de ser –comparándolo con una vieja fortaleza- algunas mazmorras oscuras y algunas cuevas secretas que se eclipsan a la observación superficial y que sin embargo constituyen su carácter propio.

21-8
Diferís sobre todo en que en N. hay una aspiración incondicional al conocimiento, que constituye en cierta manera la fuerza unificadora de su ser, que sostiene en una sola mano todos sus impulsos y cualidades, una especie de fuerza religiosa que conduce totalmente al hombre en una dirección en la que se entrega al dios del conocimiento.

Tu fuerza de carácter se ha puesto también al servicio del conocimiento, como en N., pero mientras este servicio actúa en él de forma religiosa y por eso nunca excluye una última valoración de sí mismo, tú mantienes contigo mismo una relación puramente cognoscitiva, indiferente, es decir como un simple objeto de conocimiento.

Tu estilo quiere convencer al lector de forma intelectual, por eso es científico y claro, evitando toda emoción. N. quiere convencer de forma total, quiere que su palabra penetre en el fondo del alma y agite las profundidades; no quiere instruir sino convertir.

N. es como yo, poseído por su trabajo, todo sentimiento que no se refiera a él le parece una especie de traición que vendría a perturbar la realización del mismo…. No tienes en la medida de N. –el egoísta de gran estilo- el corazón en la cabeza, insolublemente unidos.



N. echó la religión por la borda en el momento en que su corazón no sentía nada hacia ella y aspiraba en su vacío y hastío a un objetivo nuevo para que le pudiera contentar. En cuanto a mí, la incredulidad penetró rápidamente en mi corazón y aún más en mi espíritu obligando al corazón, que estaba unido a la fe con un fervor infantil, a abandonar esta fe.


En N. el sufrimiento ha sido siempre motivo de una nueva fase de desarrollo, como sucede ahora también, mientras en mí constituyó un medio que me apliqué para lograr un nuevo objetivo, que así me parecía más elevado.

El tránsito a un nuevo desarrollo se realiza en N. a través de un estado mientras que en mí se da a través de una actividad. Esta pasividad de sus sufrimientos se expresa también, curiosamente, en lo mucho que debía sufrir físicamente, mientras que en todo el desarrollo de mi vida pasada, sufrimiento y lucha fueron para mí la misma palabra.

La forma de entrega de N. parece una especie de autodestrucción, que sólo es o intenta ser una liberación. Considero muy acertado lo que N. dijo de mí: que para un ser concentrado en sí como yo, que se desarrolla de una manera semejante a la necesidad natural, no puede imaginarse un último objetivo más que expresándose en la acción, pero que el giro curioso de mi naturaleza me desviaba, por su desarrollo intelectual de los objetivos exigidos por las acciones”; por el contrario él siente su objetivo como algo que hay que sufrir.

El dolor es en N. la vida misma: el perseverar en vivir para alcanzar el conocimiento. A mis ojos su heroísmo no reside en que se inflija este dolor por amor al conocimiento, pues entonces este objetivo de conocimiento debería someterse a una evaluación moral. Claro que podemos fundar en nosotros mismos una religión y una moral personales, sin religión y sin moral, pero entonces se quedan dentro nuestro y solo pueden realizar medios y no fines heroicos: pues solo aspiran a lo que más amamos, es decir la felicidad, aún a través del deleite del sufrimiento.


Si la palabra heroísmo es lícita sin su significación moral entonces vería su heroísmo en la fuerza de autoconservación, en aquella fuerza que asume voluntariamente el sufrimiento de la vida porque encuentra siempre en ella la fuerza creadora que le permite convertir el medio en un fin, gracias al cual se siente llevada más allá del sufrimiento y la desgracia.

Veo su heroísmo en la fuerza creadora ante la cual la materia más rígida y más áspera no es ni muy rígida ni muy áspera, porque no obstante es superior y capaz de esculpir las estatuas de los dioses.

Para nosotros librepensadores que ya no tenemos nada sagrado que pueda adorarse de forma religiosa o moral, subsiste a pesar de todo una grandeza que nos obliga a admirar y venerar. Presentía ya esta grandeza en N. cuando te dije junto a los lagos, en Italia, que su risa es una acción.

No hay más valoraciones de las direcciones que las que el hombre toma pero hay una grandeza de la fuerza.


Continuará...

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